Mi nombre es Ana María López Rosas y vivo en San Joaquín. Soy actriz, desde hace más de 50 años, directora de la compañía de teatro El Riel, que está cumpliendo 41 años de vida y también soy vicepresidenta del sindicato de actores.
En el teatro encontré un modo de expresarme. Terminé mis estudios en la Unidad Popular, en donde había espacios para todas las formas artísticas posibles, pero después del Golpe, en la actuación, encontré mi forma de expresarme y de volver a armarme, siempre a través del arte, por eso he seguido en esto.
Desde chica mi mamá me llevaba a ver teatro y me llamaba mucho la atención, pero no quería ser actriz, nunca me interesó ser actriz. Una vez me invitaron a ver unos ensayos… Yo era bastante más joven y el director de la obra, que era un maestro de la escuela de teatro, me hizo subir al escenario para hacer un reemplazo… Desde ahí, no me bajé más. Antes quería ser ingeniera, menos mal que no lo fui.
Siempre tuve gente que me apoyó y que me enseñó, así empecé a amar esta profesión. El amor en el teatro es tan fuerte, que entre colegas, siempre nos juntamos y creamos lazos importantes. Yo estuve exiliada en Suecia y allá hice teatro, hice cine también y siempre encontré gente que estuvo, que me apoyó y me ayudó a seguir creciendo. Este proceso fue difícil, al comienzo yo estaba en una compañía de teatro que era solo de chilenos y ninguno hablaba sueco, encontramos un actor que hablaba español y sueco, entonces él hizo de mediador para poder comunicarnos con la gente de allá, fue una una experiencia muy bonita, difícil pero muy bonita.
Después entré a trabajar con un grupo sueco e hicimos cosas muy bonitas, mezclas de cuentos chilenos con canciones de la Violeta, entre otros. Allá había gente muy talentosa en lo musical igual, por lo tanto, se podía hacer un enroque entre teatro y música, habían varios actores y actrices. Yo estudié sueco en la universidad y después entré a estudiar lingüística.
También trabajé en cine, salió así de de la nada, necesitaban actrices y actores que fueran extranjeros, para los alumnos que egresaban de la escuela de cine, eran los alumnos de la reconocida actriz Ingrid Bergman, ella por problemas personales, no pudo seguir y me llamaron para trabajar en su lugar, ahí aprendí y enseñé cómo hacer cine, gracias a eso pude profundizar más en el idioma, incursioné en la radio también. Todo esto, acompañada de gente muy linda que pesé a todos los problemas y obstáculos, nunca quisimos dejar el teatro.
Volví a Chile en septiembre de 1983, con un Chile incendiado en todos lados, pero con lo solidario que es el mundo del teatro, rápidamente nos adaptamos en nuevos grupos y actuamos en poblaciones. Después, me invitaron a unirme a la compañía de Teatro El Riel, para hacer un teatro muy lindo, que empezó a funcionar en los sindicatos, trabajando para abrir los sindicatos que estaban cerrados y bueno ahí seguí hasta ahora, igual he trabajado en otras compañías simultáneamente… Así se va aprendiendo.
Así es como comenzó el relato de nuestra gran actriz Ana María López Rosas, quién ha pasado por situaciones complejas, pero siempre de la mano del arte que tanto ama, la actuación.
¿Alguna vez se sintió discriminada en su rubro, por ser mujer?
No, siempre tuve buenos compañeros y buenos colegas, pero trabajando en el sindicato me he dado cuenta que sí hay problemas en todo nivel, yo no los tuve, pero puede que otras lo hayan tenido.
¿Cuáles considera que son sus mayores hitos en su carrera?
Haber podido trabajar en otro idioma, considero que es un gran hito de mi carrera y llegar a Chile a trabajar en condiciones muy difíciles, estoy hablando de la época de la dictadura, no era fácil hacer teatro como el que hacíamos nosotros, pero lo hicimos igual, asi que haber podido lograr eso, con todas las dificultades, es un hito importante en mi vida y por último, logré levantar esta compañía después de que su fundador, mi pareja, falleció. Fue un momento muy duro, pero logramos salir adelante, con una compañía funcionando y creciendo.
¿Cuál es el aporte que busca entregar en el área cultural?
Yo creo que el arte es un aporte enorme, sobre todo en estos momentos en donde parece que todo está vacío, que todo es desechable. El arte siempre deja algo un poquito más profundo y a mí me gusta el teatro que hago. Nosotros casi no trabajamos en salas, vamos a los lugares y yo creo que esas cosas quedan, siempre dejan algo y eso ya es importante.
¿Qué aspectos considera que deberían cambiar en el rubro?
El presupuesto, no podemos seguir limosneando, no es posible que por ejemplo que con nuestro teatro que tiene 41 años de vida y que nunca hemos parado, estemos todavía pidiendo permiso y favores para tener un lugar donde ensayar, que tengamos que estar movilizándonos de un lado a otro y que no haya un respeto hacia eso y en cuanto a los financiamientos todos sabemos lo que sirve el fondant y los fondos de artes escénica, pero no dan abasto, no es que se los lleven siempre los mismos, sino que no se da abasto, es muy poco el presupuesto y cada vez nos ponen más trabas, si nosotros queremos hacer un proyecto importa más la forma del proyecto que el fondo, entonces muchas veces hacemos hermosos proyectos, pero nos equivocamos en apretar un botoncito y quedamos fuera.
Sería bueno que por ejemplo, los teatros que llevan mucho tiempo pudiéramos tener una entrada anual,con una exigencia naturalmente,que nos dijeran dos o tres montajes al año y llevarlo allá, pero tener un apoyo, porque ya es difícil seguir así.
Si tuviera que darle un mensaje a esas personas que quieren ser parte de este mundo, pero por alguna razón no lo hacen ¿Qué les diría?
Yo le enviaría un mensaje a sus padres y madres, porque muchas veces hemos escuchado a chicas que dicen “yo quiero hacer teatro”, “quiero cantar”, “quiero pintar” y los papás dicen “no, pero primero estudia otra cosa y después hace eso”. Así se pasa el tiempo y se pierde una figura, se pierde alguien que puede entregar un aporte. Yo creo que hay que ser perseverante, hay que hacerlo nomás, el arte hay que hacerlo y si vas a trabajar en otra cosa, has arte por las tardes o en tiempos libre, pero no te alejes del arte, porque es cultura y la cultura es el alma de un país, si nadie hace arte, vamos a perder eso. Nosotros somos personas que van guardando la historia de los países, la historia de las personas, la cultura es todo lo que nos rodea: La señora que vende pan, las características de cada barrio, eso es cultura.